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sábado, 19 de julio de 2008

PSICODRAMA/S MODOS DE PENSAR LA PSICOTERAPIA DESDE UNA EPISTEMOLOGIA EN CAMBIO.

PSICODRAMA/S MODOS DE PENSAR LA PSICOTERAPIA DESDE UNA EPISTEMOLOGIA EN CAMBIO.
Teodoro Herranz Castillo. Psicoterapeuta. Director de la Escuela de Psicoterapia y Psicodrama. Madrid. España. 1
CURSO DE POSTÍTULO INTERNACIONAL. SANTIAGO DE CHILE. Agosto 6-7 2004. PSICODRAMA CLINICO GRUPAL
1 INFLUENCIA POSTMODERNISTA Y HUMANISMO.
1.1 Concepto general de Postmodernidad.
El concepto de postmodernidad supone para cualquier psicoterapeuta que pretende encontrar una lógica en su trabajo, una inagotable fuente de preguntas.
Juan Coderch (1992) en un esfuerzo por esclarecer la idea de postmodernidad nos dice “ que es un tipo de pensamiento de esta cultura, se considera una reacción al extremo positivismo, neopositivismo y empirismo lógico”.
Este modo de concebir el conocimiento desde una óptica postmodernista nos lleva a colocar entre paréntesis los añorados deseos de verdad y de un procedimiento que nos permita el descubrimiento de la Verdad. La verdad está por descubir .El pensamiento positivista nos invitaba a su búsqueda a través de la investigación . La verdad se descubre porque hay una verdad esencial que tenemos que encontrar.
Heisenberg (citado en Coderch 1992) propone el principio de incertidumbre, y a partir de ahí, la física se plantea que el observador modifica lo que observa, que el principio de objetividad no se sostiene. Esto nos dice Coderch, lleva a una conclusión “la realidad no es nada en sí misma , sino aquello que se muestra según los instrumentos con los que pretendemos profundizar en su misterio”.
La síntesis del pensamiento postmoderno sería no considerar la verdad como inocente u objetiva.
1.2 El deconstruccionismo.
Se veía venir el riesgo que “el pajaro Dodo” (Fernández- Liria, A 2001) nos hizo llegar a la psicoterapia con la duda sobre qué modo de hacer psicoterapia es más eficaz. (Lubosrki, Singer y Luborski ,citados por Fernández-Liria, lo bautizaron como veredicto del pájaro Dodo. El pájaro Dodo es un personaje de Alicia en el país de las maravillas en cuya
1 Cualquier comunicación con el autor puede hacerse a Escuela de Psicoterapia y Psicodrama, C/ Rey Francisco 29 bajo dcha. Madrid 28008, España. O por correo electrónico a therranz@teleline.es
www.psicodrama.es
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boca pone Lewis Carrol la frase “todos han ganado y cada uno tiene derecho a su premio)
Siguiendo a Fernández Liria (2001) nos dice que : “A pesar del abultado trabajo de investigación para demostrar diferencias entre intervenciones psicoterapéuticas basadas en diferentes teorías o diferentes escuelas , no ha sido posible llegar a una conclusión” .
Esto plantea una duda inmediata¿ qué relación existe entre prácticas terapéuticas que generan un efecto en quién las recibe y las teórias que sostienen esa práctica clínica?.
Desde estas consideraciones , el deconstruccionismo, se introduce, a mi entender como una propuesta de búsqueda alternativa de conocimiento. ¿qué es el deconstruccionismo? . Nos dice Monteiro (2000) que no se trata de un nuevo paradigma, se trata de localizar las divisiones, las quiebras, las rupturas dentro de los sistemas, los elementos que organizan la estructura.
Tal como Monteiro nos lo presenta es un procedimiento de búsqueda de conocimiento. La Deconstrucción finaliza en la reconstrucción. De una manera sucinta, plantear un método deconstrucccionista requiere partir de una texto, descomponerlo en sus componentes y poner a prueba nuevos sentidos con diferentes combinaciones de los mismos componentes.
Pensar en Deconstruir supone definir que es conocer , Martorell lo define del siguiente modo : “ el conocimiento es entendido como construcción de la experiencia más que como representación directa del mundo real.” (citado en Herranz 1998)
De tal modo que el deconstruccionismo se convertiría en un método más de búsqueda de conocimiento, o de conocimientos alternativos, que conlleva una búsqueda “limitada “ de la verdad, una búsqueda que no nos subsume en el solipsismo pero que parte de la aceptación de la limitación en nuestra capacidad de conocer.
1.3 EL humanismo a la luz del construccionismo.
La concepción postmodernista, tiene implicaciones directas sobre los principios que guían la concepción humanista de la psicoterapia.
Gergen (1999) pasa revista a los principios que guían el humanismo como son la experiencia subjetiva, la agentividad humana, la libertad invididual y la responsabilidad moral.
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El postmodernismo coloca la subjetividad en lugar de una fé no contrastada , el binomio sujeto-objeto no puede sustentantarse en lo que hay. Por lo que la concepción del individuo como indipendente de los objetos que conoce incluido él mismo no pasa de ser una fé en el individualismo . Siempre hemos confiado desde el humanismo en considerar al hombre agente de su propia conducta; le hemos dotado de intencionalidad y de libertad, hemos apelado a constructos que el postmodernismo los consideraría fuerzas ocultas que mueven a los sujetos, y la responsabilidad se desvanece.
Como nos dice Gergen citando a Bakhtin, somos algo parecido a una novela polifónica que se hace eco de muchas voces y refleja muchas tradiciones.
Toda afirmación radical tiene la ventaja de permitirnos replantear nuestras propias concepciones no para dejarlas fuera de uso, sino para hacerlas más complejas. En el mundo actual, colocar la intencionalidad, la libertad, la responsabilidad y la agentividad, dentro del sujeto es crear un módulo aislado en un mundo cada vez más permeable y con más capacidad de penetrar los poros de nuestra capa de separación que denominamos identidad.
Pero, asumiendo el pensamiento de Gergen en defensa de una posición humanista, ya que sino no puedo plantearme el encuentro psicodramático. Entiendo necesario precisar el lugar de la libertad, la responsabilidad, la agentividad, y la responsabilidad moral.
Desde hace muchos años he admirado la claridad de lconcepción con que Dalmiro se ubica en el psicodrama, su unidad de estudio es el vínculo.( Bustos , 1985, 1991, 1992, ) , o como Kesselman y Pavlovsky nos dicen en el “entre”. Nos acercamos a una posición donde eso que se llamaba “ el sujeto” está entre las personas, y no dentro de las personas. Es evidente como nos dice Gergen, que estamos en un mundo donde nuestra vida en común cada vez limita más nuestra independencia y parece llevarnos a un lugar donde cada vez tenemos más posibilidades de naufragar.
Pero a mi entender el pesimismo que el postmodernismo puede generar en el pensamiento humanista, se transforma en una complejidad optimista. La mente individual no es el resultado de un desarrollo independiente del mundo relacional y humano del que formamos parte.
De la mano del Investigador en biología molecular Fernanéz Cruz E (Fernández Cruz, E 2004), podemos apoyar la afirmación de que el “entre “ en lo humano es el lugar de la subjetividad y también el lugar del desarrollo biológico. Nos dice el profesor Fernández Cruz “El desarrollo del sistema de comunicación específicamente humano, que es el lenguaje, ha sido desarrollado gracias al cerebro del hombre. El desarrollo del lenguaje ha ejercido una presión selectiva para el desarrollo evolutivo cerebral, especialmente de las áreas relacionadas con memoria donde se almacena toda la información”. A lo cual yo añadiría que eso que
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denominamos identidad, no deja de ser una representación mental de un almacén especifico de memoria .
Concretando mi posición humanista, y por tanto psicodramática con el pensamiento postmodernista, podríamos redefinir algunos principios ya cuestionados desde Nietsche como “El dogma de la inmaculada percepción”, donde la percepción pasaría a ser más participación de una relación que copia de realidad. Eso no significa que no percibamos sino que no lo hacemos al margen de los sistemas humanos de los que formamos parte, de la cultura de la que somos miembros constituidos por la cultura y constituyentes de la misma.
Por concluir con la propia cita de Gergen “le debo todo lo que soy a mis relaciones. La subjetividad individual, no es un carácter de diferenciación sino de relacionalidad y el hecho de luchar por una mejor calidad no es un acto narcisista sino de grupo (...) adquirimos el ímpetu, la motivación, la consecuencia del valor o de un deseo, según la manera en que nos involucramos en las relaciones. (...) la propia sensación de ser un individuo agente, las sensaciones de placer y angustia provocadas por el intercambio y la búsqueda de libertad están condicionadas por nuestra historia particular de relaciones,”.
1. LA TEORÍA DEL PSICODRAMA.2
El gran peligro para los terapeutas es que sus teorías más queridas tienen un alto riesgo de volverse profecias autorealizables (Karasu citado en Monteiro (2000).
El psicodrama ha sido siempre sometido a interrogaciones en la formulación de su teoría, lo que en algún caso ha llevado considerarlo una técnica sin teoría.
Perazzo (2004) en un intento de organizar los diferentes abordajes actuales del psicodrama nos dice:
“Sus múltiples aplicaciones, a través de la psicoterapia de grupo, de la psicoterapia individual bipersonal (más reciente y cada vez más difundida hoy en algunos países como Brasil y Argentina por ejemplo), de su actuación educacional y comunitaria por medio de su métodos de Role-Playing Sociodrama y axiodrama, de su vertiente de producción cultural (arte dramática creativa) por medio del teatro espontáneo, crean un enorme desafío para ubicarlos de forma coherente y abarcativa, en el plano teórico, si es que es posible, todos estos desdoblamientos de la práctica psicodramática, en nuestro esfuerzo y necesidad de asirlos didácticamente en algún marco clasificatorio que nos alivie de la angustia del espíritu y del alma y que nos reconozca sin titubeos como Psicodramatistas “ Perazzo 1994, pág 21
2 Para una visión actualizada de la teoría psicodramática remito al lector a Perazzo (2004) Qué teoría de qué psicodrama, En Herrranz (2004) Psicodrama Clínico. Ed.Ciencias Sociales. Madrid.
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Pero si buscáramos lo común, lo que nos define como psicodramatistas me quedó con una conclusión del propio Perazzo.
Se trata, por tanto, de un proceso de co-creación que tiene por fundamento inicial la espontaneidad-creatividad de cada individuo a transformar, conjuntamente, un modo de relación mediado por roles en algo único y nuevo y al mismo tiempo de uno y de todos. ( Perazzo, Open cit, pág 22)
1.1. Cómo se realiza una sesión de psicodrama..
Lo común, lo compartido podemos verlo en el modo de actuar, con diferencias ligadas a los distintos modos de pensarlo o a las cualidades de quién lo realiza. Pero lo común, lo no cuestionado es el procedimiento en el sentido más puramente moreniano.
Hay tres fases en una dramatización. De una manera descriptiva vamos a considerar que la sesión de psicodrama debe seguir un proceso, la idea de continuidad ,de secuencia es fundamental para diferenciar el psicodrama del uso de las técnicas psicodrámaticas.
La primera fase es el caldeamiento, es una fase preparación del grupo, con más precisión a esta fase inicial donde el grupo habla, realiza ejercicios, etc se le denomina caldeamiento inespecífico, el grupo está generando una disposición emocional que le permita abordar un problema. La función del director, del terapeuta, es de catalizador, de facilitador.
El final de esta fase vendrá marcado por la aparición de una escena, grupal o individual, una persona plantea algo de sí misma que quiere conocer, resolver, etc, o se produce alguna interacción o dinámica entre los miembros del grupo, como tal o entre algunos de los participantes. En este momento el terapeuta pasará a ayudar en la construcción de la escena, su localización temporal, espacial, etc esta actividad se denomina caldeamiento expecífico.
La segunda fase es la Dramatización , es el paso a la representación, es el momento donde el paciente va a plantear sus conflictos, sus dificultades, y lo va a hacer no narrándolo sino actuándolo. Los personajes internos del paciente van a aparecer junto a él y fuera de él.
“Localizada la escena a dramatizar, el protagonista no relata lo que ocurre sino que va cambiando roles con los yoes auxiliares y así va armando una acción que responde a la externalización del mundo interno del protagonista” ( D, M , Bustos 1985) .
En esta fase el terapeuta puede utilizar las técnicas psicodramáticas con el fin de facilitar la dramatización .
La tercera fase de la sesión psicodramática es el comentario, el compartir. Los miembros del grupo hablan desde ellos, comparten su vivencia, su experiencia 5
con relación al protagonista, no se valora, no se juzga, está absolutamente contraindicado. Este fase es fundamental, el grupo tiene que cohesionarse desde lo vivido, y tiene que elaborar junto con el protagonista la experiencia que están viviendo.
Este momento es importante para el grupo, y el protagonista, es necesario que el terapeuta favorezca la expresión de todos los miembros del grupo, es importante que la elaboración permita el autoreconocimiento en los miembros del grupo, que pasarán a convertirse en posibles escenas en próximas sesiones.
1.2. Proceso de intervención psicodramático.
a) El encuentro en psicodrama.
Antes te introducirnos en compartir que es un proceso terapéutico, es imprescindible explicar EL CONCEPTO DE ENCUENTRO, tan querido para la psicoterapia en general, y especialmente para el psicodrama. La revisión de este concepto lo haremos siguiendo las pautas marcadas por Dalmiro Bustos en una reflexión desde su propia vivencia en la aplicación de ese concepto a la práctica terapéutica
En primer lugar nos encontramos con que el concepto de Encuentro no es privativo de ninguna escuela de psicoterapia , pero si es necesario precisar que entendemos en psicodrama por Encuentro
􀂉 “El concepto de encuentro surge en Moreno mucho antes de aparecer el Psicodrama. (...) La noción de Encuentro está presente ya en sus primeras obras como en su anónimamente presentado primer libro “Las palabras del padre”.(D, Bustos, 1983, pp 26).
A continuación Dalmiro nos ofrece un apunte de definición de J. L Moreno:
􀂉 “Encuentro significa más que una vaga relación interpersonal -ZWISCHEN MENSSCHLICHE BEZIEHUNG- Significa que dos o más personas se encuentran, pero no solamente para enfrentarlas, sino para vivir y experimentarse mutuamente. . . En un encuentro las dos personas están allí, con todas sus fuerzas y sus debilidades, dos actores humanos bullendo de espontaneidad, sólo en parte conscientes de sus fines comunes. ( Moreno, J, L 1961 pág 336)
La interpretación de esta definición de Encuentro en su aplicación a la Psicoterapia devendrá en lo que consideramos distintos procesos posibles de psicoterapia. La primera pregunta a hacerse es que significa en una situación terapéutica “que dos o más personas se encuentran (...) para vivir y experimentarse mutuamente” .
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Podemos optar por una posición de Encuentro entendiéndola como una posición terapéutica donde tanto el paciente como el terapeuta se permiten compartir “partes de sí mismo, confidencias recuerdos”, con la idea de que no deben existir zonas oscuras entre dos seres humanos. Dalmiro en su formación en Beacon con Zerka Moreno, nos dice que le llamaba poderosamente la atención está actitud de Zerka:
􀂉 “Ella era igual a sí misma dentro y fuera de la relación terapéutica. Compartía aspectos de su vida durante el sharing, se enojaba, reía, era un ser humano con todas las limitaciones y falibilidades. Cuando dirigía se la sentía allí, entera. “ (D, Bustos, 1983, pág 27).
Esta actitud terapéutica, hay que situarla dentro de su contexto,Dalmiro nos dice que en Beacon no se trabajaba con una idea de proceso terapéutico, sino que eran encuentros de pocos días de duración, y donde eran flexibles los roles, se permutaban los papeles de director, yoes auxiliares etc.
Pero hay una dificultad en este modo de trabajar como es : ¿ hasta donde se puede pedir a un terapeuta que comparta aspectos de su privacidad o de su intimidad , sin entrar en la oportunidad, la utilidad y quizás en la honestidad de los mismos?.
Pero Dalmiro va más allá en su análisis , cuando se plantea que los momentos de compartir del terapeuta, no son ajenos al proceso terapéutico, no se recogen igual los comentarios, o los recuerdos del terapeuta, en función de cómo sea la relación que en ese momento existe entre ambos.
􀂉 Si la experiencia compartida por el Director caía en un momento télico de la relación, la sensación de enriquecimiento mutuo era clara. Pero ¿ cuantas veces sentí que ésto ocurría?. Si el momento era transferencial, ¿Cuál era la resignificación del mensaje en el mundo interior del o de los pacientes? (D. Bustos 1983, pág 28).
Esta dificultad de compartir sin considerar el momento terapéutico, la solidez de la relación terapéutica .... nos ha llevado a todos los que empezamos quizás con una mala interpretación del concepto de espontaneidad a fracasos terapéuticos .
􀂉 “ Fragmento extraído de una sesión con una paciente: P: Yo quiero ser una piedra porque las piedras no sufren”. T: Yo también lo intenté pero no pude conseguirlo. P: Pero he intentado matarme. T: No me dices nada que no conozca . P: Vaya desilusión, yo que te tenía por un señor, que iba con maletín, con un carrera... y ahora me dices ésto vaya desengaño”, ( Herranz , T, 1990, pág 69)
Si el encuentro no es ajeno al proceso terapéutico, si el encuentro supone reevaluar la eficacia de este compartir intimidades, ¿cómo podemos
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implementar en nuestro modo de actuación, este principio que guía nuestro trabajo?
Recojo una vez más la posición que Dalmiro sostiene al respecto:
􀂉 “La relación terapéutica es por definición desigual .(...) La asimetría está dada y es bueno que así sea, de lo contrario no se puede operar terapéuticamente. ¿Hay Encuentros asimétricos?... Se debe prever lo que dice Freud: “. . . finalmente todo conflicto debe librarse en la esfera de la transferencia”
Llegados a este punto, creo que lo que nos está planteado Dalmiro es una de las confusiones teóricas que nos han llevado a opciones clínicas un tanto dudosas y que en este momento podríamos formular a modo de pregunta, ¿el encuentro es el punto de inicio del tratamiento, o es el punto de llegada?. Sin entrar en la actitud de partida con la que el terapeuta recoge al paciente, desde luego si no parte de una postura de “Encuentro”, con lo implica de aceptación y de rechazo... no creo que pueda tener cabida ningún proyecto realmente terapéutico.
Partiendo de la experiencia que la clínica nos ha enseñado, el siguiente paso es establecer las condiciones para que ese “Encuentro” enriquecedor y curativo pueda producirse.
􀂉 “Si en la relación terapéutica hay adecuación a las reglas, si hay participación emocional y entrega,. hay Encuentro(...) A las reglas claras de una posición distante hay que oponerse con reglas claras de la posición de Encuentro, ya que de lo contrario quedan sentadas las bases para la anarquía”. (D. Bustos,1983 pág 31).
A modo de conclusión y haciendo mía la posición que Dalmiro sostiene podemos finalizar con lo que el considera la posición con la que debe operar un psicoterapeuta psicodramático:
􀂉 “Coincido con Buber en su formula básica de Yo-Tu, como ideal no objetivante. Con Perls en su obstinado presentismo y con Rogers en su insistencia sobre la autenticidad como única posibilidad de proporcionar la continencia necesaria para el crecimiento. Si esta propuesta está clara en el terapeuta es, éste sabrá recrearla en sus relaciones individuales y también en los grupos terapéuticos. (...) Pero la posición existencial no depende de la técnica que se utilice”.
(Bustos, D, 1983, pág 33.)
b) El encuentro en psicoanálisis.
Por qué revisar la noción de encuentro en psicoanálisis. A mi entender es necesario no olvidar lo común y enriquecernos con los que nos complementa.
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Siguiendo a Villamarzo (1986) , la idea de Encuentro en psicoanálisis es inseparable de la idea de transferencia, eje desde el que se conceptualiza todo el proceso analítico :
􀂉 “Todo proceso psicoanalítico está encuadrado en todos los casos en torno al fenómeno de la transferencia” ( Villamarzo, Vol IV,1ª Parte pág 26).
Ahora bien el objetivo definido psicoanalíticamente es el Encuentro Paciente –Terapeuta, pero para llegar a ese objetivo es necesario que se den unas condiciones que lo permitan.
􀂉 “El encuadre es mucho más definitivo o más importante en el sentido de que jamás puede producirse sin una peculiar relación analítica (...) Si el tratamiento analítico pasa por la relación analítica esta debe llevar a un encuentro (...) precisamente porque este encuentro no va a ser facilitado sino dificultado por la relación real y por la relación estipulada en el marco físico de trabajo, es por lo que tenemos que tratar de profundizar en cuales son las características de este encuentro psicológico”. ( Villamarzo Vol IV, 1ª parte, pág 40).
Cuales son los medios que pueden permitir según la teoría psicoanalítica el Encuentro:
􀂉 “En el encuentro analítico no basta con la mutua apertura de los dos yo, sino de la mutua apertura de dos personas que se van a dar y a brindar a sí mismas en la relación. Es un encuentro no físico, no real. Al suprimirse la realidad física o material, el encuentro queda inscrito en el mundo del deseo. Si se frustra al paciente a nivel de la demanda superficial que efectúa, descubrirá lo que anida debajo de esa demanda , el amor, un amor que es en profundidad deseo sin solución, sin satisfacción. la relación profunda va a mantener la tensión del encuentro en la línea del Deseo. ( Villamarzo, Vol IV,1ª Parte pág 50).
Lo que nos viene a decir Villamarzo de esta hermosa manera es que el encuentro debe darse prescindiendo de la realidad, de cualquier conocimiento del terapeuta por parte el paciente, desde el encuadre físico que caracteriza el tratamiento analítico, (tumbado en el diván) y siguiendo el principio de abstinencia.
¿Por qué el planteamiento tiene esa apariencia de rigidez? ¿Se necesita tanta deprivación del otro para acceder el encuentro “profundo”, como el propio Villamarzo lo denomina. Su contestación nos viene después de una reflexión sobre las carcteristicas difenciales de un encuentro desde la comprensión psicoanalítica:
􀂉 “La relación analítica debe ser profundamente imaginaria, distanciadamente simbólica y prohibitivamente real” ( Villamarzo, Vol IV,1ª Parte pág 50).
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􀂉 “Un encuentro profundo nos estamos refiriendo al orden imaginario. Se asiente en el mutuo interjuego dentro de dos mundos imaginarios o entre dos mundos de sentimientos y fantasias. El terapeuta puede llegar a sentir deseos de llorar, a deprimirse con el paciente (....) porque le esta devolviendo o está interjugando a ese nivel del mundo imaginario con él” ( Villamarzo, Vol IV,1ª Parte pág 51).
Lo que está dándonos a entender Villamarzo es que el encuentro último el terapéutico no es entre las personas reales que están en sesión, es entre, las necesidades del paciente y las posibilidades del terapeuta, que vienen de la mano de la fantasía que el paciente haya colocado en él. Ahora bien, hay un aspecto que añade complejidad a este planteamiento, que de forma excesivamente sintética y quizás simplista apunta que el encuentro se da si se dan unas condiciones de privación de contacto en la realidad, donde el mundo de las necesidades del paciente corren en forma de fantasía y se nutren en la relación con el Terapeuta. Pero teniendo en cuenta que ese proceso es mutuo, y el terapeuta esta sintiendo con el paciente, (sino toda la argumentación de considerar el proceso analítico como un encuentro sería una fantasía), la pregunta es cómo se puede estar en una posición de encuentro, sin acceder al encuentro real, al compartir desde la realidad.
Villamarzo nos lo explica del siguiente modo:
􀂉 “El analista está partido en dos áreas: la regresada y la vigilante, se produce el encuentro en profundidad y el encuentro técnico a un tiempo (...) la parte del analista que permanece vigilante es la que va a poder en su momento romper el encuentro imaginario que se produce a nivel de regresión de ambos miembros de la pareja analítica, la parte vigilante del analista irrumpirá rompiendo la simbiosis e instaurando el orden simbólico. Como consecuencia de este desdoblamiento se hace posible que no exista fusión o confusión de fantasmas en la relación” (( Villamarzo, Vol IV,1ª Parte pág 53).
2.3. Concepción de proceso terapéutico.
• ¿Acto frente a proceso?
En primer lugar tenemos que diferenciar una concepción de psicoterapia cada vez más utilizada por algunas corrientes de psicoterapia breve como acto terapéutico, , de la idea de proceso terapéutico.
Un proceso terapéutico supone dotar a los actos terapéuticos de una secuencia temporal, respetando unas reglas que orientan que tipos de intervenciones “actos terapéuticos” son aconsejables y cuales o no lo son o pueden estar contraindicados.
Esto no significa que no exista cabida para la espontaneidad-creatividad, ni que el proceso sea una secuencia lineal y estática, este proceso es en última instancia la creación de una relación humana.
􀂉 “El concepto proceso colocado en la relación paciente-terapeuta significa que vamos a considerar la relación terapéutica como la consecuencia de una mutua influencia
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de conocimientos, conductas y sentimientos que se van a compartir a lo largo del tiempo” (Herranz 1999 ,pág 105)
Y por tanto cada tratamiento será la implementación de un procedimiento que tendrá que adaptarse a las particularidades de los que intervienen en el mismo pero preservando una organización común.
• Las resistencias
Todas las psicoterapias se encuentran con la dificultad para cambiar , por lo que la resistencia ha pasado ha considerarse un componente de la psicoterapia, como los síntomas o los recursos del paciente.
Una vez que reconocemos que existe un “fenómeno “ que vamos a encontrar en nuestro trabajo con los pacientes, es necesario saber como lo entendemos:
El psicodrama Moreniano acepta y reconoce el fenómeno de la resistencia , una aproximación a su definición podría ser la siguiente
􀂉 “Un reto básico en la psicoterapia o psicodrama es el de ayudar al protagonista a encontrar la forma de examinar aquellos sentimientos internos que están amenazando su sentimiento de dominio o autoestima” ( H, A Blatner 1973)
Así como la importancia que tiene el tratamiento de las resistencias en psicodrama.
􀂉 “Tratar con las resistencias del protagonista es el centro de la psicoterapia o psicodrama” ( H, A Blatner 1973, pág 61)
El psicodrama comparte con el psicoanálisis la existencia del mundo inconsciente, incluso en ocasiones ha hecho referencia al “Inconsciente colectivo”.
¿Cómo se abordan las resistencias en psicodrama?
􀂉 “El Dr. Moreno lo expresa de la siguiente manera nosotros no destruimos las paredes del protagonista, más bien probamos algunas de las perillas en las muchas puertas y vemos cual se abre”( H, A, Blatner 1973)
Antes de abordar una dificultad hay que reconocerla:
􀂉 “El primer paso al mostrar las resistencias del protagonista es la clara identificación y expresión de la manera en que evita la situación” (H. , A. Blatner 1973 pág 60)
Desde el modo de pensar la resistencia que aquí hemos compartido, entendemos que la resistencia cumple una función protectora, de un peligro mayor al paciente que las limitaciones que ella le supone, por tanto lo que podemos realizar son diferentes técnicas que nos lleven a identificar que teme
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el paciente, no importa que este temor sea una apariencia de otros menos conocidos para el paciente.
Se puede exagerar la defensa, intensificarla...
􀂉 “ La resistencia expresada en la tendencia a explicar puede ser presentada abiertamente por el director al pedir al protagonista que hable al grupo que explique su posición durante un minuto”.(H Blatner 1973, pág 60)
Podemos acompañar las dificultades con diferentes estrategias verbales que le hagan al paciente ganar confianza en sí mismo, recurrimos a parafrasear lo que dice, lo redefinimos etc.
o “No sé” puede ser expresado como “No quiero pensar en eso”
o ¿Por qué tengo que hacer esto’ puede reemplazarse por “No me gusta hacer eso”
Como se puede apreciar se pretende que el paciente pueda sentirse en un “rol” que le aleje del sentimiento de impotencia de incapacidad.
Podemos aumentar el sentimiento de control sobre sus resistencias: no es lo mismo “no hacer”, que “decidir no hacer”, no es lo mismo sentirse pasivo frente a lo que le pasa que tener la impresión de que está eligiendo lo que le pasa.
􀂉 “El objeto de ir con las resistencias es que por medio de la presentación explicita de las defensas del protagonista está más consciente de que está eligiendo usar una defensa (...) Cuanto más pueda el protagonista con la ayuda del director decir “No” más pronto comenzará a sentirse libre para decir “sí”, cuando este listo.( H. Blatner 1973, pp 60)
Otro modo de ayudar con las resistencias a los pacientes consiste en manejar la distancia emocional a los conflictos. Un principio en la intervención con psicodrama es ir de lo periférico a lo central, las resistencias pueden ser la combinación de dos factores que intervienen en la dramatización, el proceso de caldeamiento y la intensidad del temor del paciente.
El caldeamiento es el estado de preparación del sujeto para la dramatización, sólo sabemos si es suficiente por su efecto en la dramatización, supone en alguna medida una “cierta alteración de la conciencia” ( A, Blatner 2002) . Por eso si apreciamos que el sujeto es incapaz de continuar, se paraliza, usa el lenguaje como una estrategia para alejarse de la dramatización, podemos ayudarle a que sienta mayor control sobre si mismo, alejándole del centro del conflicto.
􀂉 “Con un protagonista que se está convirtiendo en superansioso mientras trata con un problema con frecuencia resulta apropiado permitirle alejarse del centro del conflicto para obtener cierta distancia”. (H, A, Blatner 1973) 12
Otra manera de mostrarse la resistencia es la incapacidad del sujeto para reconocer sus sentimientos, aísla el afecto de la dramatización y lo que ve no tiene que ver con él. Sólo si el sujeto es capaz de reconocer el sentimiento dentro de sí mismo tiene utilidad la dramatización. Para ello podemos recurrir a técnicas que faciliten el acceso al sentimiento sin recurrir a la expresión verbal. El psicodrama utiliza con frecuencia técnicas que se apoyan en lo gestual, lo postural, lo corporal como un modo de acceder al mundo de los sentimientos del paciente. Por ello podemos recurrir al uso del cuerpo para el reconocimiento del sentimiento.
􀂉 “ Al tratar con la sensibilización de un protagonista a sus propios sentimientos, el director se enfoca a las comunicaciones no verbales e imágenes del protagonista. Estas dos avenidas al inconsciente desvían la forma más común de todas las resistencias: La intelectualización, vaguedad, explicación, racionalización, abstracción y circunstancialidad” (H Blatner 1973, pag 61).
Uno de los posibles modos de abordar las resistencias desde la comunicación no verbal del paciente a través de su cuerpo, podría ser identificar su cuerpo con una multitud de personajes que reflejen partes antagónicas de si mismo, la lucha está encarnada, es corporal, y recurrimos a la simbolización de lo corporal como vía de acceso al sentimiento omitido, excluido, temido....
􀂉 “La comunicación no verbal del protagonista se dramatiza tratando los partes del protagonista como si fueran seres activos en sí mismos, áreas de tensión en el cuerpo, dureza en la voz, fuerza en las manos, todo puede representarse como un encuentro entre diferentes partes del yo” ( H. A, Blatner 1973, pág 61)
¿ Existen diferentes niveles de comprensión de la resistencia en psicodrama?
Desde una concepción de proceso terapéutico, existen tres niveles a la hora e entender la aparición de una resistencia ya sea en el trabajo grupal o individual.
La idea esencial que mantenemos es que la angustia inhibe al sujeto, y nos informa de la cercanía de los conflictos no resueltos. Ahora bien cuando trabajamos con un paciente esta resistencia hay que reconocerla desde :
􀂉 El momento grupal.
􀂉 La naturaleza de la escena a dramatizar ( la naturaleza del conflicto).
􀂉 La relación paciente/ terapeuta/ grupo y la relación paciente/ personajes internos..
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El momento grupal o fase del tratamiento individual determina las ansiedades que caracterizan la resistencia. En el inicio de un tratamiento las resistencias van ligadas al miedo a la exposición, al otro, que se traducen en el miedo a la critica, a la descalificación .... Pero lo que nos interesa remarcar es que en estos momentos iniciales del tratamiento las ansiedades representan una preocupación predominantemente por lo externo, por el otro, en la medida que el otro esta investido con todos nuestros temores y fantaseado desde los mismos.
Si pasada la fase inicial del tratamiento, cuando ya se ha constituido el grupo , existe un sentimiento de pertenencia grupal, o en el caso de un tratamiento individual la relación paciente-terapeuta está suficientemente consolidada, interpretaremos las resistencias del paciente ligadas a su propios conflictos internos.
No obstante los elementos transferenciales3 pueden aparecer en cualquier fase del desarrollo grupal, y los pacientes adoptar una posición defensiva frente al grupo, si bien desde mi experiencia con grupos lo que observó es que a medida que el grupo va evolucionando esos movimientos hacia lo transferencial y lo distorsionado en la relación con el otro van disminuyendo.
􀂉 “Para que la distinción entre tele y transferencia sea posible, lo primero que debe ser tomado en cuenta por el terapeuta, es el carácter fugaz tanto del tele como el de su aspecto transferencial. No se trata de estados, sino de alternativas de un vínculo que comprenden un momento. Un vínculo que en un momento es télico, puede ser transferencial en el momento siguiente”. (D. Bustos, 1983, pág 33)
Ej. Luis después de habernos relatado una situación que le generaba sufrimiento en su relación de pareja y pedirle que la dramatizara, observamos su incomodidad, su preocupación por el grupo. Detenemos la dramatización para hablar sobre su preocupación, y nos apunta su miedo a que puedan pensar los otros de él, y añade en tono negador, “aunque no me importa porque yo tengo que ir a lo mío me tiene que dar igual lo que piensen los demás”.
La naturaleza de la escena a dramatizar: recordemos que las escenas a dramatizar suponen la externalización de imágenes internas, imágenes habitualmente dolorosas para el sujeto, y agresivas para su imagen. Por eso es fundamental seguir una regla de intervención que yo aprendí de Dalmiro Bustos, tenemos que trabajar con la suficiente distancia emocional para que el sujeto pueda elaborar las emociones que se están movilizando, si la angustia desborda la escena se detiene o puede tener una naturaleza más actuante que elaborativa.
3 Para un estudio detenido del concepto de transferencia recomendamos el texto de Sergio Perazzo Proverbios de Salomao: o processo psicodramático.
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La otra dificultad viene de la mano de la imagen del paciente, para si mismo y para los demás. Esto supone una nueva lectura de la resistencia el grado de “humillación” que el sujeto va experimentar con la exposición de sus debilidades solo puede ser contrarrestado por la seguridad y la confianza que el grupo y el terapeuta le ofrezca, por eso a mayor herida narcisista mayor es la dificultad para la dramatización por eso tenemos que plantear un tercer elemento a la hora de comprender las resistencias.
Ej. Daniel, un joven que acudió inicialmente a tratamiento por presentar dificultades de erección, su relación con los otros miembros del grupo es excelente, es uno de los líderes afectivos del mismo, y muy apreciado por las mujeres del grupo. Trascurre la dramatización donde observa que su dificultad está ligada a la exigencia, a tener que satisfacer al otro, y al convencimiento de que será incapaz de hacerlo. Se detiene la escena y se le señala su modo pensar. Se le pregunta si este patrón relacional de satisfacer absolutamente el deseo del otro desde el sentimiento de impotencia va más allá de sus relaciones sexuales. Apreciamos que se intensifica la angustia que los fantasmas infantiles se han activado, y eso que los psicodramatistas llamamos personajes, o trocitos de si mismo que están internalizadas, hacen que la emoción surja y la escena se detenga. Era el momento de elaborar y distanciarse, continuar hubiera sido demasiado agresivo, según lo entendí, para Daniel.
La relación paciente/ terapeuta/ grupo y la relación paciente / personajes internos. La relación del paciente con el grupo terapéutico tiene que tener las suficientes garantías para el paciente de valoración, afecto, y aceptación, para que se pueda llevar a cabo la dramatización.
Ej, Aurora miembro de un grupo de psicodrama, plantea su dificultad para dramatizar, plantea una escena que no parece excesivamente ansiógena, se siente molesta por la actitud que un amigo muestra cuando habla de una amiga común. Durante el transcurso de la dramatización llama la atención su esfuerzo por mantener una actitud serena, el yo auxiliar incrementa el desafío. Al final y tras apoyarnos en distintas técnicas psicodramáticas, Aurora da una respuesta de defensa, levanta la voz, y se emociona.
Por lo que conocíamos a Aurora no entendíamos por qué le había resultado tan difícil marcar un límite, más allá de lo intrapsiquico, y de los personajes que estuvieran encubiertos por el que estaba en escena. Aurora nos explicó su dificultad, “no quiero que me veáis llorar, ni gritar”. Nos transmitió el profundo dolor que para ella supondría perder nuestro cariño, nuestro apoyo, si mostraba partes que ella rechaza de sí misma.
2.4 Catarsis de Integración desde el Psicodrama.
Si buscamos en la literatura psicodramática el factor que se considera básico de cara un tratamiento psicodramático, nos encontramos con la idea de catarsis de integración.
Cómo se define en psicodrama la catarsis de integración:
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“En sentido estricto es hablar de acto de comprensión, o sea, actos de transformación, que Moreno comparó con nuevos nacimientos , esos fenómenos posibilitan la liberación de roles fijados en impresiones inadecuadas, facilitando asumir nuevas conductas. Quiere decir completar aspectos no resueltos del modo de ser, caracterizados por organizaciones vinculares originalmente inadecuadas” (Menegazzo, C, M; Zuretti, M, M; Tomasini, M, A; y cbs 1992 pág 46).
En un lenguaje menos psicodramático, lo que se nos dice en esta definición es que la catarsis, como acto liberador, libera de papeles rígidos , repetitivos, que el sujeto ha utilizado a lo largo de su historia y desadaptados. pero el término “integración” merece un análisis más detallado, porque no se trata de considerar la catarsis como sinónimo de eclosión emocional, como una pura descarga emocional, como en algunos contextos más literarios o teatrales se considera.
La integración y la liberación emocional van juntas, pero solo sí se dan los componentes que en psicodrama se consideran característicos de la integración podemos en propiedad hablar de catarsis de integración, y que son tres: Un momento Intelectual, un momento emocional, y un momento axiológico.
Por “momento intelectual” entendemos al uso de la lógica en la comprensión de lo vivido, tenemos que saber qué es lo que nos pasa, no sólo registrarlo, no sólo percibirlo, sino pasarlo a un registro de palabra, a un registro operativo guiado por su lógica comprensión.
“En el momento intelectual, se aclaran los papeles y los vínculos conflictivos de la figura dramática que, hasta entonces, funcionaban de forma oscura mediados por mecanismos represivos o de negación. Esta operación da un nuevo sentido a las figuras, que de este modo podrán actuar de otra manera, adquiriendo la categoría de símbolos resolutivos” (Menegazzo, C, M; Zuretti, M, M; Tomasini, M, A; y cbs 1992 pág 47).
Cuando hablamos de “un momento emocional”, estamos diciendo que la catarsis se sostiene en lo sentido, y en ésto compartimos una actitud que cada vez va adquiriendo más adeptos, como es, que la “emoción cambia la emoción y la lógica cambia la lógica”, los datos primarios sobre los que se estructura la comprensión son sentidos, por ello la modificación del conocimiento emocional solo puede darse si el sujeto reedita emocionalmente la vivencia, si no, no es viable la catarsis de integración.
“En el momento emocional, entra, el campo del sentir (o sea, de la conciencia de la emoción), la discriminación, la situación y la reactualización de los estados afectivos de la escena mítica, es donde el protagonista puede canalizar , observar una amplia gama de pasiones contrapuestas contenidas en su papel” (Menegazzo, C, M; Zuretti, M, M; Tomasini, M, A; y cbs 1992 pág 46).
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Por último cuando estamos hablando de un “componente axiológico”, estamos incorporando un aspecto valorativo, no se trata sólo de que el sujeto sienta las situaciones y los conflictos de un modo diferente, entienda y sepa más acerca de lo que le sucede, reconozca sus contradicciones, los aspectos rechazados en los demás y en sí mismo, sino que se necesita un elemento valorativo que le haga sentir, creer y dirigir su conducta en otra dirección que le dé una imagen más valorada de sí mismo.
“Con el momento axiológico, surge en el protagonista un valor nuevo que, al producirse , sustenta (y continuará sustentado de ahí en adelante) una nueva manera de relacionarse. (Menegazzo, C, M; Zuretti, M, M; Tomasini, M, A; y cbs 1992 pág 46).
3. UN PROYECTO PSICODRAMÁTICO:
A continuación me voy a permitir compartir con ustedes mi modo de ir pensando el psicodrama a lo largo de una trayectoria profesional que ya va para muchos años.
Este compartir, no se asusten no será una biografía, será un modo de acercarme a Vds desde las ideas que fueron influyendo en mi quehacer como psicoterapeuta, que de alguna manera me hace un hombre de mi época permeable a ese lugar con el otro del que formo parte, como miembro de una cultura, en una época donde la agresividad esconde y oculta la ternura, y donde el ejercicio de la psicoterapia lucha por ocupar un espacio de reconocimiento que no llegue a ser una técnica y el terapeuta pueda seguir siendo un ser humano.
He dividido mi modo de pensar en dos períodos de tiempo donde compartiré con Vds. mis preocupaciones dominantes en cada una de ellas. Un punto de partida y el momento actual donde me encuentro, no sé por cuanto tiempo.
1.4 UNA CONCEPCIÓN RELACIONAL/HOLÍSTICA.
En mi primer trabajo publicado sobre psicodrama ( Herranz 1991) pensaba en las relaciones causa, efecto, ello me llevó a preguntarme dos cosas: qué elementos del psicodrama generaban o provocaban cambios, y qué lugar tenía en este proceso de cambio la relación terapéutica.
Con relación a la primera pregunta intenté separar los distintos elementos y repensarlos desde mi experiencia clínica:
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El primer elemento que consideré fue el encuadre, como un invariante, como una constante, en mí latía el pensamiento de José Bleger “Cuando en lo conocido aparece lo desconocido eso era lo siniestro”. ( Bleger 1973,1988).
Consideré imprescindible un encuadre rígido como el único modo de poder encontrar procesos comunes y comparables.
Después me detuve en el espacio, el movimiento, el cuerpo, el dialogo que se establecía entre paciente y terapeuta, este dialogo era muy complejo, no pude llegar a concluir cómo se generaba una danza útil de cadencias de sonidos, movimientos y lugares pero sabía que había un registro emocional que informaba cuándo el campo era tenso y cuándo era protector, cuando la cercanía permitía la intervención y cuándo la “ agresividad alejaba al terapeuta del paciente”. Ese discurso que se construía era un proceso relacional, era un danza que concluía en la dramatización, o en el compartir sin dramatización.
Con mi pensamiento causal y con pretensiones experimentales llegué a analizar las intervenciones y su eficacia .Lo que tenía era una persona frente a otra , dentro de un marco compartido por el paciente y el terapeuta, un campo de interacciones, entonces tenía que crear interacciones que se aliarán con la salud. Elegí , sin un criterio teórico común ,diferentes estrategias de intervención: La provocación , paradojas, la autorevelación por parte del terapeuta, el recurso a la imagen, la interpretación4. Diseñé procedimientos para saltar las resistencias como el juego del sueño, donde ví la utilidad de recurrir a lo simbólico para salir de una dificultad en el tratamiento. Me permito pasar a describirlo por ser menos conocido que las anteriores estrategias:
JUEGO DEL SUEÑO
Ante la queja de los pacientes de apatía, desgana, aburrimiento o cansancio del tratamiento diseñé una secuencia de acciones :
• Que se coloque en la postura que desee para dormir, que cierre los ojos y que imagine que está durmiendo.
• Le pido que desde lo imaginario, manteniendo los ojos cerrados imagine que se despierta del sueño, que recorra despacio su alrededor, que mire quien hay allí, qué lugar es ese, que se detenga y se mire a sí mism@,, que recoja las sensaciones, cómo está, las percepciones, como vá vestidoa, que edad tiene....5
• Cuando el paciente ha localizado la escena, le pido que mire qué quiere hacer, qué quiere pedir, y que lo haga.
• Le pido que vuelva al primer espacio de la imaginario y manteniendo los ojos cerrados que mire como se encuentra.
• Le sugiero que, cuando lo desee, vaya abriendo los ojos y se incorpore; esta última fase es una fase de Integración tras el recorrido por el mundo de lo imaginario, en el proceso terapéutico.
Este procedimiento surgió como casi siempre, al menos para mí, por azar y necesidad. Tuve que introducir lo imaginario en lo imaginario para saltarme las resistencias. Leí que el paciente no podía continuar trabajando sus temores
4 Vds se preguntarán interpretando desde que teoría, en el año 1990, les hubiera dicho que desde la teoría psicodramática, hoy les diría que desde mi comprensión de la teoría psicodramática.
5 Este modo de trabajar tiene componentes comunes a las técnica cognitivo narrativa de Oscar Goncalves, o la técnica del a moviola de Guidano y Liotti.
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desde un registro tan presentacional como el que estaba siguiendo conmigo , no podía pedirle al terapeuta, y solo usando la resistencia al servicio de la resistencia podríamos desatascar el miedo a pedir al terapeuta , la vergüenza de la petición se cubría con el espacio de lo imaginario y la herida se reparaba desde un lugar imaginario que servia como intra-intermediario de los objetos internos y la relación terapéutica.
De este primer trabajo llegué a algunas conclusiones satisfactorias y otras me abrieron más preguntas, había estrategias que provocaban cambios, más o menos estables, pero no era neutra la técnica que se elegía y la relación paciente--terapeuta se empezaba a ver modificada. Esto me llevó a plantearme un concepto tan viejo como la culpa o la responsabilidad en la eficacia del tratamiento. Quién es el responsable de que el tratamiento funcione o no lo haga. Solo hay tres posibilidades : el paciente, el terapeuta, o el procedimiento utilizado, hoy añadiría una cuarta algo que incluye a todos, pero no está en ninguno de ellos.
En su momento busqué la contestación a esta pregunta de la eficacia terapéutica en dos direcciones, una epistemológica y otra puramente empírica y clínica, esta respuesta apoyada en el tratamiento y seguimiento de casos por su extensión no me es posible presentarla en un texto Introductorio pero el lector puede encontrarla en (Herranz, T, 1993, 1994, 1995, 1996,1997, 1998,1999a, 1999b, 1999c, 1999 d, 2001, 2004)
1.5 UNA RESPUESTA EPISTEMOLÓGICA.
Coincidiendo con esta búsqueda intenté sistematizar mis esfuerzos en algunos trabajos por encontrar un modo de buscar el responsable del éxito y el fracaso de los tratamientos. ( Herranz 1992 a,1992 b, 1992 c, 1992, d, 1993). La búsqueda nunca fue tranquila, suponía un desasosiego personal, donde lo establecido no era suficiente para mi .
La epistemología sistémica me ofrecía otro modo de entender los sucesos, la angustia que para un psicólogo con formación racionalista y experimentalista suponía la lógica lineal se veía, al menos momentáneamente, anestesiada por otra forma de pensar.
La lógica lineal, característica de las ciencias físicas , y envidiadas siempre por los psicólogos, nos habían enseñado que un suceso que causa otro pasa a ser la causa ,el responsable, el culpable de que aparezca el efecto.
Este modo de entender las cosas a su vez permitía mantener el mito de la neutralidad del observador. Por contraposición, el pensamiento sistémico descentra al individuo de su responsabilidad y sólo le otorga el título de corresponsable, el sujeto pasa a verse como parte de un sistema y nuestro yo individual pasa a ser entendido como una dinámica relacional. En este paradigma se sustituye la linealidad por la reciprocidad, la recursividad y la responsabilidad compartida. Desde este pensamiento se redefinían los conceptos de salud y enfermedad. La primera cibernética consideraba que todo síntoma se entendía si encontrábamos el significado en su contexto., y de ahí se llegó a creer que el síntoma era “Funcional” dentro de un contexto “disfuncional” para el propio sujeto.
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Con este modo de pensar transcendí el marco de intervención familiar, y recordé y recogí la idea de conducta como un todo indivisible, mis lecturas de Pichón Riviéré y José Bleger, continuaban teniendo un peso importante.
No sería descabellado pensar que una persona es un sistema, que forma parte de otros ,pero que tiene a su vez que funcionar de una manera equilibrada (homeostática) en sus diferentes áreas de conducta. De tal manera que el síntoma puede aparecer, en el ámbito del cuerpo, de la mente o el mundo externo, pero mi modo de pensar no dejaba de ser interrelacional y contextual, fruto de este pensamiento, expliqué desde disfunciones eréctiles (Herranz 1992 a ) a hemorragias nasales ( 1992 b).
Pero empezó a surgirme la necesidad de precisar las limitaciones de mis afirmaciones y explicitar mis procesos de pensamiento. Quería validar lo que hacía desde la mayor claridad intelectual que me fuera posible. Tenía muy clara la diferencia entre los hechos y las explicaciones de los hechos:
“J Bleger, 1973, pág 32) “La psicología debe estudiar el drama, y el drama es un hecho. El hecho psicológico es un segmento de la vida del inviduo particular, es inseparable de dicho individuo, por eso justamente es un hecho psicológico”.
Y para mi la comprensión de ese hecho , sólo es posible desde las tres áreas fenoménicas comprometidas en el proceso de comportamiento (mente, cuerpo y mundo exterior).
Con este proceso de pensamiento llegué a otro lugar que era la semántica del síntoma, el síntoma tiene un valor comunicacional, conocido o no , guiado o no por la intencionalidad, tiene un valor heuristico de los lugares, sistemas, contextos de los que forma parte.
Aquí no quiero inducir a error al lector, cuando hablo de la semántica del síntoma no quiere hacer pensar que los síntomas van dotados de significado intrínseco, los significados pueden ser múltiples e individuales, y su explicación es un esfuerzo de comprensión nunca será única, ni “absolutamente verdad”.
La continuación de este trabajo me llevó a unir dos principios el de circularidad con la teoría de Dalmiro Bustos , sobre el rol complementario patológico.
Busqué en la epistemología circular ,sistémica una definición de personalidad (Bateson 1979, Dell, PF. 1985 Maturana, H 1985):
Bateson (1973) carácter es:
“ Una red de premisas ontológicas (en cuanto son generadas y dan cuenta de la naturaleza que la constituye) y epistemológicas (en cuanto metaconocimiento) que especifican como las personas deben comprender como relacionarse con el mundo.
Mi diferenciación anterior entre hechos y significados me llevó a buscar una primera regla que explicará las intervenciones psicopatológicas las que conducían al error. Desde el psicodrama bipersonal pude representame dos campos de interrelación, los juegos relacionales explícitos y los implícitos, la psicoterapia bipersonal, para mi era como la definía Pichón Riviere, bicorporal y multipersonal. Cada uno de nosotros paciente y terapeuta tenían un montón de relaciones internas, o mejor eran un montón de relaciones internas. las
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respuestas disfuncionales del paciente , si el terapeuta no tenía esa respuesta alternativa dentro de su propio mundo relacional interno.
No dejaba de tener en cuenta el principio de D Bustos 1985 “un rol que queda fijado a su complementario, pasa a configurar un rol complementario interno patológico” Su comprensión de este principio me llevaba a estar convencido de que la respuesta que un sujeto dio en algún momento de su ciclo vital en una situación emocionalmente traumática por comisión o por omisión le permitió adaptarse a la situación, adaptarse como requisito filogenético.,Más allá de su propia voluntad, está la voluntad de la especie de sobrevivir.
Esta pauta de respuesta se va a generalizar a las relaciones con todos los sujetos que, en mayor o menor grado , se acomoden a esa escena original.
Por tanto la psicopatología de la intervención pasaba a ser entendida como una repetición, el paciente repetiría su conducta con el terapeuta, y el terapeuta tendría que ser capaz de desenmarañar la red que iba a atrapar su capacidad de generar respuestas alternativas.
¿Como hacerlo? se podría encontrar un procedimiento , que fuera en realidad un metaprocedimiento., una lógica que guiara el proceso terapéutico ( Herranz 1992 d) . Los principios básicos de lo que entonces denominé lógica de la intervención fueron los siguientes: En primer lugar diferencié los componentes afectivos que surgen en la relación terapéutica de los cognitivos y conductuales. Recuerdo siempre mi obstinación por decir que los sentimientos cambian los sentimientos y el pensamiento cambia el pensamiento.
En el ámbito cognitivo conductual sostenía que el papel del Terapeuta debía ser complementar el rol no actuado por el paciente. Es decir el complementario al patológico del paciente. El paciente desempeña un rol patológico fijado a un rol interno complementario, y por tanto no actúa su rol funcional. Ej si se muestra incapaz, no muestra su capacidad.
Si tuviera que plantear una formula como si de un procedimiento matemático se tratará la formula sería:
Siendo A = Cambio, a ´ = el rol no actuado por el paciente y a´´= el rol complementario al no actuado por el paciente ( por parte del terapeuta) , el cambio sería
A = a´ x a´´
Si un paciente se muestra incapaz, sin ideas, mi rol como terapeuta deberá consistir en tratarle como si fuera capaz y tuviera la potencialidad de generar sus propias ideas.
Ahora bien, esta regla de intervención debe ir unida a un segundo principio de complementariedad que denominaré complementariedad afectiva. Pero explicar este segundo principio requiere mostrar algunos supuestos en los que me apoyaba:
1. Entiendo que un sujeto enferma de inseguridad afectiva. P Riviere (1985), enfermamos de inseguridad por amor y de odio.
2. Los temores básicos son dos: persecutorio : temor al ataque. Depresivo temor a la pérdida. (Kesselman, 1973).
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Ambos temores se podían entender como dos apariencias de un solo temor, el miedo a la muerte , la vida teme morir y se muere por omisión o comisión.
3. Estos temores impregnan de forma diferente a un sujeto en función de la dimensión evolutiva su desarrollo bio-psico-social, es necesario no olvidarla cuando nos planteamos el impacto del sufrimiento.
Las conclusiones a las que conduce este segundo principio de complementariedad afectiva son que cada uno de los núcleos conflictivos que vaya trabajando el paciente tiene que sentir la seguridad en el otro, la seguridad de no ser abandonado ni agredido. Y esa seguridad, seguirá una línea descendiente en función del momento evolutivo en que se inició el sufrimiento. Es decir, la seguridad de un adulto en un adulto no es complementaria de la relación de un niño de doce, siete... años con su madre, padre... por eso sólo se dará de posibilidad de cambio si previamente se ha generado “la relación afectiva complementaria”, que estaba convencido que consistía en la seguridad de no ser agredido, ni abandonado como lo fue en el vínculo en el que quedó fijado su rol patológico.
Este constructo se sintetizaba en el siguiente esquema:
Proceso terapéutico: Metanivel de Intervención.
Microproceso= Niveles de intervención
2º Nivel de Analisis
B. Proceso terapéutico en psicodrama.
1. Nivel de análisis
Paciente
(a) Microprocesos interactivos representaciones (dramatización.
(a)
Terapeuta
Proceso
dialéctico
(a`)
(b) Relación actual paciente terapeuta. Microprocesos interactivos presentacionales.
a y a^ es un proceso dialéctico
A B = Un PROCESO DIALÉCTICO.
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4. El Pensamiento Actual: Una Posición Débil, O Una Posición Compleja: La Posición Del Inventor. La Posición Del Investigador.
LA POSICIÓN DEL INVENTOR. ( La intervención desde una posición co-constructivista y constructivista).
Si partimos de aceptar que no existe un único modo de resolver un problema, y que no se ha comprobado que haya una manifiesta diferencia entre la eficacia de unos procedimientos de intervención sobre otros, parecería lícito, permitirnos inventar soluciones nuevas para viejos problemas, o colocarnos en el papel de inventor junto a nuestro paciente de soluciones nuevas. Aquí estaríamos obviando una teoría específica, o si se quiere estaríamos en una posición metateórica que nos señalaría que el peso explicativo de las distintas teorías dista mucho de traducirse en eficacia clínica, por lo que podríamos colocarnos en una posición pragmática que se traduciría en crear las “herramientas que valgan” para producir cambios en los pacientes A modo de un intento de implementación de este modo de pensar en el quehacer de la sesión psicodramática vamos a mostrar dos opciones terapéuticas:
a) Se le pide al paciente que cree respuestas diferentes, trabajaría siempre hacia el futuro, se examinarían las situaciones que el sujeto considera irresueltas o irresolubles, y se buscan respuestas más adaptativas, más beneficiosas para él, más deseadas.
b) Crear, inventar respuestas, con la tolerancia del paciente, consciente o no de lo que se está realizando..
a) Una vez que el paciente elige la respuesta que desea dar, se le dice que la ponga en práctica. ¿Y ya está? . No, falta un poquito. Que el sujeto se sienta capaz de ponerla en práctica. Para ello nos detenemos en las limitaciones que él se atribuye y pasamos a enfrentarnos al peso ”de presente” que quiere dar a esas situaciones, o si es posible a transformarlas.
Ej. Un paciente que presenta síntomas obsesivos ( miedo a contaminarse con el aire de la ciudad, miedo que se inicia después de un sueño) . Se le pide que nos diga que le gustaría hacer, como desearía sentirse. Su respuesta es evidente sin miedo a asfixiarme si respiro. A continuación se le pide que ensaye esa conducta en la sesión, lo hace y se siente bien, ese sentirse bien va acompañado del escepticismo pero fuera voy a seguir teniendo miedo. Entonces el problema se focalizará en el poder que él quiere darle a su miedo cuando salga a la calle. Sin detenerme excesivamente en los pasos intermedios el objetivo será ir a buscar en que medida el sujeto decide dejarse asustar (castigarse) o darse la posibilidad de vivir sin miedo, sin culpa. En este momento podemos recurrir a todo tipo de ejercicios dramáticos, juegos, 23
“apoyos técnicamente admitidos del terapeuta” para que el paciente se permita hacer lo que desea hacer.
Este modo de trabajar lo consideraríamos una co-construcción, dado que el resultado es el fruto de un esfuerzo compartido, y donde la solución es la aceptación por el paciente de un cambio dentro del margen de cambio que él considera permisible.
b) Habría otro modo de trabajar que hemos denominado constructivista remarcando el modo de proceder del terapeuta más que el resultado de la intervención, que sin duda necesita de la colaboración no solicitada del paciente.
En este modo de proceder el terapeuta abre una vía de trabajo donde el paciente desconoce el fin y es un receptor pasivo del mismo.
Ejemplo: Un paciente que presenta un trastorno de personalidad por dependencia, con sintomatología obsesiva, y en fase de recuperación del alcoholismo dedica las sesiones a recriminarse e inculparse por lo mal que se ha portado con su mujer, y el temor que tiene a sus opiniones. Este miedo lo ha convertido casi en una rumiación. Cuando se le intenta señalar su modo de autoinculparse se observa su tenacidad para el maltrato.
El terapeuta le propone que piense en las cosas que él desee, que empiece a fantasear acerca de lo que le gusta, se utiliza una técnica de control cognitivo añadido, se le dice que cuando las rumiaciones interrumpan las fantasías deseadas repita una vez en voz alta la idea que le perturbe y que posteriormente se dedique de nuevo a fantasear con sus proyectos y sus ilusiones.
Y funcionó. Sí, para quitarle el peso de lo obsesivo y poder empezar a conectar con lo que él quería, y creemos que la razón está en lo dicho por el terapeuta, la fuerza de la dependencia que él traslada al tratamiento, y un poder mágico que se le da a la repetición en voz alta, característica del pensamiento mágico que utiliza para obsesionarse. Este tipo de intervenciones suponen búsquedas de nuevas respuestas, pero el papel donde se coloca al paciente es de puro receptor de la intervención.
4.2. LA POSICION DEL INVESTIGADOR. ( Un modo de pensar Causal-evolutivo.)
Este apartado lo iniciaba planteando tres posiciones epistemológicas que,no se si de forma precisa llamé, constructivismo radical, co-constructivismo y causal-evolutiva.
Cuando hago psicodrama desde un pensamiento causal-evolutivo, me convierto en un descubridor entiendo que tengo que rastrear a partir de problemas actuales conflictos subyacentes, tácitos e inconscientes del sujeto (en alguna medida).
Esto supone la conceptualización del psicodrama como un “proceso terapéutico” donde el presente en la conducta y la patología del sujeto remite a un pasado que yo reconozco desde un modelo teórico. El reconocimiento desde un modelo teórico a su vez puede suponer dos actitudes, una que sería de pura comprobación de lo ya conocido, y otra que sería de guía con la suficiente flexibilidad para otorgar a la información del paciente poder de replantear lo conocido desde el modelo teórico.
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Este planteamiento conlleva que yo no solo conozco la técnica, sino que tengo una teoría sobre la enfermedad que voy a abordar con la técnica y asumo unos principios que garantizan que lo que hago toma la dirección adecuada para llegar a mis objetivos. Ésto significa que yo tengo una teoría de por qué es eficaz la técnica y de que ha causado la dolencia que estoy atendiendo.
En psicodrama, creemos que el sufrimiento hay que buscarlo en el entramado emocional del sujeto y desarrollamos los medios para que la emoción se libere de las apariencias engañosas que el sujeto utiliza para soportarlo y mantenerlo.,Si tuviéramos que elegir dos axiomas que rigen este modo de intervenir serían:
1. El reconocimiento de las emociones es imprescindible para que se produzca un cambio en el sujeto. El cambio no vendrá dado por la intervención sobre un código abstracto “una reflexión sobre los sentimientos”, sino por la repetición de las situaciones que permitan al sujeto la reactivación emocional de las vivencias importantes de su vida.
2. Las situaciones que han sido traumáticas para el sujeto no se borran con el tiempo mantienen una huella indeleble que no es pasado sino presente y guían la conducta actual del sujeto. Esas situaciones traumáticas son relacionales , han intervenido personas existencialmente imprescindibles para el sujeto que le han obligado a adaptarse a una situación desadaptativa desde el punto de vista de su propio desarrollo.
Cuando nos acercamos desde una concepción causal-determinista al sufrimiento, vamos a ser rastreadores “ descubridores “ de la emoción a lo largo del tiempo y de las situaciones transmitidas por el sujeto hasta llegar a las que consideraremos nucleares, originales que se enlazan unas con otras a modo de un racimo ( D. Bustos 1995) de una cadena asociativa, y donde la acción, la puesta en acción de las situaciones va a tener una función esencial en el reconocimiento de las emociones y del papel desempeñado por los distintos personajes de la vida del paciente.
Hasta aquí parecería que estamos tomando una posición “ingenua” en la intervención, que se podría definir como la actitud del “no saber” también denominada “heurística negativa” (Villegas 1993, 1995) , que supondría una comprensión paso a paso de las situaciones dadas por el sujeto, y donde el papel del terapeuta sería ir acompañando al paciente en las distintas situaciones para que se fuera dando una liberación emocional y la elaboración cognitiva de la situación “catarsis de integración”. De un modo sintético el método se reduciría a:
1. Búsqueda de las escenas dolorosas para el paciente ( que hipotetizamos determinan sus conductas desadaptativas actuales).
2. Dramatización de las mismas en el aquí y ahora de la sesión de psicodrama.
3. Esperar a que el paciente vaya uniendo esas escenas con las que le precedieron evolutivamente y que se organizan en torno al mismo sentimiento.
4. Sustituir la respuesta original (adaptada a una situación desadaptada) por una respuesta adaptativa en su momento de vida presente.
Las destrezas del terapeuta serían esencialmente las de ser un buen acompañante en el recorrido que por su propia historia hace el paciente y darle
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el apoyo suficiente para que genere nuevas respuestas, para que pierda el miedo a hacerlo.
Pero hay otro planteamiento más determinista, que se puede enlazar con el psicodrama y que procede del psicoanálisis. Parte de una duda razonable cómo es que el conocimiento que el paciente transmite sobre su historia sea algo más que una versión distorsionada, cuando no errática, imprecisa, o caótica, frente a la cual existe una teoría de la psicopatología evolutiva, que es el resultado el uso de una herramienta heurística ( el psicoanálisis) a una infinidad de casos que presentaban la misma naturaleza de sufrimiento, y que organizando la información del sujeto desde este modo de comprenderla, dota a los pacientes de herramientas para encontrar la respuesta a las situaciones que le conflictuan.
Esta segunda posibilidad de trabajar en psicodrama , puede ser menos actual. Si se quiere está más alejada del pensamiento postmoderno, pero permite desatascar situaciones cerradas en el abordaje del paciente. Aquí el descubridor ya no es ingenuo es un descubridor que confía en su modelo teórico. El modo de trabajar se modificaría esencialmente en que el terapeuta no aceptaría los significados del paciente, sino que le guiaría por aquellos que él considera explican mejor la información que el paciente trae. Si se quiere aquí el terapeuta hace que el paciente recorra territorios que para él son relativamente desconocidos, y que el no vería como una foto de su historia si no se le hiciera ver.
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REFERENCIAS
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